martes, 15 de mayo de 2012

Fabricantes de sonrisas,

                                                                fabricantes de sueños.

Esa mañana no sabía que hacer. Era temprano y apenas había dormido en toda la noche. Había estado pensando en las vueltas que da la vida, en que un chico al que conozco desde hace pocos meses, ha entrado en mi vida, no como uno más, sino como alguien distinto a los demás. Como alguien que estaría ahí, para siempre. Pero no ese siempre que prometen muchos y sólo dura dos días, o, como mucho tres meses, no, ese siempre que muchos prometen pero pocos cumplen. Eramos muy buenos amigos pero, el problema el que él me gustaba, pero nunca se lo había confesado. Me llamó para ver como estaba y que estaba haciendo, me dijo que me echaba de menos y que necesitaba verme... 
Ya eran las 16:00 y empecé a vestirme. Me puse un vestido blanco de flores con unas sandalias rosas.  Me recogí el pelo, cogí las llaves, el móvil y los auriculares. Puse mi canción favorita y me puse en marcha para llegar al lugar dónde habíamos quedado. Era un día soleado, sin nubes grises que estropearan el día y el sonido de los pájaros cantando. Parecía que todos ese día eran felices, o igual, era yo. 
Llegue al parque donde habíamos quedado, y ahí estaba él, sentado en el banco donde nos conocimos por primera vez hace unos meses atrás. Fui por detrás, le tape los ojos, le di un beso en la mejilla y le dije: ''adivina quien soy'. Rápidamente dijo mi nombre en alto, me apartó las manos de sus ojos y las puso alrededor de él, dándole así ese abrazo que tanto estaba esperando desde semanas atrás. 
Me confesó que estaba nervioso, pero no entendí el porqué hasta que, al rato de haber estado paseando, se paró y me dijo: 
-Tengo que contarte algo, ya no aguanto más...
+ ¿Qué pasa? - dije preocupada 
- Me gustas desde que te vi por primera vez en ese banco, fue, amor a primera vista, aunque mucha gente no crea en él, yo si. 
+ Pero... 
-Espera, déjame terminar. Cuando te decía que te quiero, lo decía de verdad, cuando te decía que te necesitaba y que te echaba de menos, era porque no aguantaba más sin estar contigo, sin ver tu sonrisa cada vez que digo una payasada... 
No le deje terminar y rápidamente le besé. Eran muchas palabras las que salían de su boca, ya me las conocía, no porque me las haya dicho antes, sino porque yo también las sentía, me ocurría lo mismo. 
[...]
Ya se hacía tarde, y me tenía que ir a casa. Me acompañó y cuando ya iba a entrar por la puerta de mi casa, me cogió del brazo, me dio un beso y me dijo: ¿Esto es para siempre, verdad?,a lo que respondí, claramente sin pensármelo dos veces, dije: sí. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario